jueves, 23 de octubre de 2008

Dile No al temor



Un hombre, llamado Jairo, principal de la sinagoga, se acerca a Jesucristo con una importante solicitud. Jairo rogó al Maestro que fuera a imponer sus manos sobre su agónica hija, una pequeña de doce años. Repentinamente, cuando se dirigían a la casa de Jairo, algunos hombres trajeron la noticia que la niña había muerto. Cualquiera de nosotros, se habría desplomado interiormente, y le hubiese dicho a Jairo: “Lo lamento mucho, así lo quiso Dios”. Mas Jesucristo, lleno del Espíritu Santo, pronuncia una de las más significativas frases de su ministerio: “... No temas, cree solamente” Mr. 5:36.

Jesús, llegó a la casa del principal de la sinagoga, y vio el alboroto de los que se lamentaban y lloraban. Y entrando, les dijo: ¿Por qué alborotan y lloran así? La niña no está muerta, sino duerme. Ante tal pregunta, los sorprendidos hombres, comenzaron a burlarse del Maestro. Aún para los cristianos, es difícil no dejarse llevar por las circunstancias, y vivir amparado en las promesas, y en el poder de la fe. Ante lo evidente de la muerte de la niña, no cabía racionalmente otra opción que el temor y desamparo. Sin embargo, Jesús, tiene la última palabra: “No temas, cree solamente”.
A solas, Jesús y los padres de la niña, entran al cuarto donde se encontraba la pequeña, y comenzaron a orar. Jesús, tomando la mano de la niña, le dijo: “Talita cumi”; que traducido es: “Niña, a ti te digo: levántate”. De inmediato la niña se levantó completamente sana Mr. 5:41-43.

Existen cuando menos, tres principios importantes en éste episodio. Primero, debemos identificar nuestro problema o enfermedad, a la cual nos vemos enfrentados. Jairo sabía exactamente lo que deseaba que Jesús hiciera por él. Le ha pasado a usted que sus oraciones suelen ser ambiguas, y en nuestra confusión queremos conducir a Dios en cómo solucionar nuestros males, presentándole, dos o tres formas de solución. Definamos el asusto en nuestra mente, pidamos con fe al Señor su solución, y esperemos sin temor.

En segundo lugar, conforme hemos orado, esperemos que Dios actúe. Nos comprometemos con Dios a través de la oración, y de nuestras palabras. Proclamemos con plena convicción, que recibiremos conforme pedimos. Jairo, tuvo fe que si Jesús iba a su hogar, y ponía las manos sobre su hija, ésta sanaría. Jairo recibió exactamente lo que creyó, y pidió, proclamándolo en voz alta.

Un tercer punto, es que Jesús entró al cuarto de la niña, acompañado solamente de los padres de esta. No había discípulos, ni parientes, ni vecinos. Solamente los que podían creer sin temor estaban allí. Más vale un cristiano orando con fe y valor, que mil, orando en incredulidad y temor.
Existirán ocasiones, en que debas enfrentar los retos de la vida solo. Tú y Dios, nadie más. Si recibes un mandamiento del Señor, o una promesa de bendición, camina por ella, aunque nadie más te crea. Si el mandamiento, o la promesa que recibes en tu corazón está de acuerdo a la sana doctrina, y el Espíritu Santo lo confirma en tu corazón. ¡Avanza!, “No temas, y cree solamente”.

Grandes hombres de Dios, recibieron una palabra en sus vidas, una visión en su corazón. Nadie creyó en ellos, hasta que Dios los levantó en éxito y prosperidad. El reconocimiento, no vino, sino hasta que la obra fue terminada.

Si deseas ser santo, acércate a Dios, y rodéate de hombres santos. Si quieres tener éxito en la expansión del reino, rodéate de hombres valientes que estén cerca de Dios. Si quieres que tu fe crezca, expulsa el temor, y has de la valentía una forma de vida. Nadie tuvo tanta fe como Jesucristo, nadie tuvo tanta valentía como él. Enfrentó la cruz, al diablo, la muerte, y llevó la carga del pecado de toda la humanidad, estando solo. Sus discípulos huyeron, su familia observó de lejos. Los miles que habían sido sanados y liberados de espíritus malos, clamaron “crucifícale”. A pesar de todo esto, Jesucristo conquistó la mayor de las victorias de todos los tiempos. Derrotó al diablo, a la muerte, al poder del pecado, y pagó el precio de la salvación de toda la humanidad.

El temor, abre la puerta a la duda, y deja salir toda nuestra fe, hasta dejarnos vacíos y sin fuerzas para luchar. Jamás debemos darle espacio al temor, pues nos debilita. Sin embargo, la valentía y la fe, nos fortalecen.

Cuando la fe crece, el temor y la duda desaparecen, y viceversa. En nosotros está el control, usémoslo. En las Sagradas Escrituras, se registran 365 veces, la palabra “no temas”. Dios nos dio una voz de confianza para cada día del año. Para Dios, es muy importante que sus hijos sean valientes, y llenos de fe. Solamente de esta forma veremos la gloria de Dios en nuestras vidas, familias y ministerios.

“No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia” Is. 41:10.

El hombre, originalmente fue creado exento de temor. Solamente después que Adán desobedeció a Dios, entró el temor en la raza humana “Y oyeron (Adán y Eva) la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Dios entre los árboles del huerto. Mas Jehová llamó al hombre y le dijo: ¿Dónde estás tú? Y él respondió: oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo y me escondí” Gn. 3:8 -10. Sin embargo, Jesucristo vino para librarnos de toda maldición del pecado Jn. 3:16. Por lo tanto, también vino para librarnos del temor. “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor, porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor” 1° Jn. 4:18. Si alguno de nosotros está en temor, refugiémonos en el gran amor de Dios y en su infinito poder.

Si hablamos de un hombre que venció el temor y la adversidad, podemos encontrar en las páginas de la Biblia a Nehemías hijo de Hacalías, quien fue uno de los hombres más importantes de la Historia de la restauración del pueblo de Dios. El gobernador Nehemías, originalmente copero del rey persa Artajerjes, fue golpeado por la noticia que Jerusalén y su templo estaban destruidos Neh. 1:1 - 4. Dios llamó a celo a este noble varón, y puso en él sabiduría, santidad y valor para llevar a cabo la gran empresa de reedificar la Ciudad Santa. Nehemías se traslada desde Susa capital del imperio, hasta Jerusalén. Acompañado de varios miles de judíos, y de una guardia militar proporcionada por Artajerjes, Nehemías con su corazón encendido por la emoción, y su mente atiborrada de ideas y planes de reedificación, llega a su tierra natal.

La realidad de Jerusalén, evidenciaba el cumplimiento del juicio divino hacia un pueblo desobediente al pacto. La destrucción de Jerusalén por parte del rey babilónico Nabucodonosor, tuvo lugar en el año 587 a.C. Hasta entonces era habitada parcialmente por un remanente superviviente al holocausto. Tras una inspección visual, del estado general de la ciudad, Nehemías constata que los muros estaban parcialmente derribados. Las puertas de la ciudad habían sido quemadas, y el templo destruido Neh. 2:11-17. Tras decretar una estricta disciplina de trabajo y vigilancia, los muros son levantados en cincuenta y dos días.

Nehemías, junto a Esdras, fueron los artífices del renacimiento espiritual y político de Israel. Esdras, llamado el padre del judaísmo, fue el líder más iluminado de su tiempo en el restablecimiento de las ceremonias religiosas, y en el estudio de la ley mosaica. Juntos estos siervos de Dios, llevaron a cabo la agotadora tarea de devolver el corazón, a un pueblo herido.

Las jornadas de trabajo, no estuvieron exentas de temores, ni enemigos. Sambalat, el gobernador de Samaria. Tobías, un oficial que procedía de Amón, y Guésem, líder de un grupo árabe, conformaron una maléfica trilogía contraria al renacer del pueblo de Dios Neh. 2:10; 4:7-8. Nehemías, narra algunos de los momentos de mayor tensión, debido al constante acoso de sus contrarios que buscaban matarle.

“Cuando Sambalat supo que estaban reconstruyendo la muralla, se indignó y, enfurecido, comenzó a burlarse de los judíos, diciendo a sus compañeros y el ejército de Samaria: ¿Qué se creen estos judíos muertos de hambre? ¿Acaso piensan que se les va ha permitir ofrecer sacrificios otra vez? ¿O que podrán terminar el trabajo en un día? ¿O que de los montones de escombros van a sacar nuevas las piedras que se quemaron?.

A su lado estaba Tobías, el amonita, que añadió: “Para colmo, miren el muro que están construyendo: ¡Hasta una zorra lo puede echar abajo, si se sube en el!” Neh. 4:1-3 (Dios habla hoy).

Los Hebreos continuaron reconstruyendo la muralla, que estaba ya levantada hasta la mitad. La gente trabajaba con entusiasmo. Pero cuando Sambalat, Tobías, los árabes, los de Amón y los de Asdod supieron que la reparación de la muralla de Jerusalén seguía adelante y que se había comenzado a tapar las brechas, se enojaron muchísimo, y juntos formaron un plan para atacar Jerusalén y causar destrozos en ella. La gente de Judá decía: “La fuerza del cargador desmaya ante tal cantidad de escombros, y nosotros somos incapaces de reconstruir esta muralla”. Además, sus enemigos procuraban dañar a los judíos, mezclándose entre el pueblo con el fin de asesinar a algunos y detener las obras. Entonces Nehemías llamó al pueblo a la oración, y pusieron guardias día y noche para defenderse de sus enemigos “Entonces por las partes bajas del lugar, detrás del muro, y en los sitios abiertos, puse al pueblo por familias, con sus espadas, con sus lanzas y con sus arcos. Después miré, y me levanté y dije a los nobles y a los oficiales, y al resto del pueblo: No temáis delante de ellos; acordaos del Señor, grande y temible, y pelead por vuestros hermanos, por vuestros hijos por vuestras hijas, por vuestras mujeres y por vuestras casas” Neh. 4:13-14.

Sambalat, y los árabes se enfurecieron cuando se enteraron que los judíos estaban preparados y que Dios había desbaratado sus planes. Todo el pueblo en Jerusalén volvió a la muralla, cada cual a su trabajo de reconstrucción. A partir de aquel momento, la mitad de los hombres en la ciudad trabajaba en la obra, y la otra mitad se mantenía armada con lanzas, escudos, arcos y corazas. Los jefes daban todo su apoyo a la gente de Judá que estaban reconstruyendo la muralla. Los cargadores seguían llevando cargas, con una mano trabajaban y con la otra sujetaban el arma. Todos los que trabajaban en la construcción tenían la espada a la cintura. Al lado de Nehemías permanecía el encargado de tocar la trompeta, pues Nehemías había dicho a los nobles y gobernadores, y al resto del pueblo: “Las obras son enormes y extensas, y nosotros estabamos repartidos por la muralla, separados uno de otros. Por lo tanto, allá donde escuchen el toque de trompeta, únanse a nosotros, y nuestro Dios luchará a nuestro lado” Nh. 4:6-20.

Cuando Sambalat, Tobías, Guésem el árabe y los demás enemigos de Judá supieron que Nehemías había reconstruido la muralla sin dejar en ella ninguna brecha (aunque me faltaba todavía colocar las puertas en su sitio), enviaron a Nehemías un mensaje para que se reunieran en alguna de las aldeas del valle de Onó. Pero lo que Sambalat, Tobías y sus demás aliados tramaban era asesinar a Nehemías, con el fin de detener las obras permanentemente. Entonces el gobernador Nehemías envió mensajeros a decirles a sus enemigos que él estaba ocupado en una obra muy importante, y que no podía ir a verlos. Cuatro veces le enviaron el mismo mensaje, pero la respuesta del gobernador fue siempre la misma.

Entonces Sambalat, por medio de un criado suyo, envió por quinta vez el mismo mensaje en una carta abierta a Nehemías, diciendo: “Corre el rumor entre la gente, y también lo dice Guésem, de que tú y los judíos están planeando una rebelión, y que por eso están reconstruyendo la muralla. Según estos rumores, tú vas a ser su rey, y has nombrado ya profetas para que te proclamen rey en Jerusalén y digan que hay rey en Judá. Estos rumores bien pueden llegar a oídos del rey Artajerjes, así que ven y conversemos personalmente” (ver Neh.6:1-9).

Entonces Nehemías le envió la contestación, diciendo que no había nada de cierto en aquellos rumores, sino que eran producto de su imaginación. Pues Sambalat trataba de asustarlo, pensando que se desanimaría y que no llevaría a cabo la obra completa, pero Nehemías puso aún mayor empeño en finalizar pronto.

Después Nehemías fue donde Semaías, hijo de Delaías, que se había encerrado en su casa. Cuando llegó el gobernador, Semaías lo recibe con engaño, diciendo: “Reunámonos en el templo de Dios, dentro del santuario, y cerremos las puertas, porque esta noche piensan venir a matarte”. Pero Nehemías valientemente le responde: “Los hombres como yo, no huyen ni se meten en el templo para salvar su vida. Yo, al menos no me meteré”. Además, Nehemías se dio cuenta que Semaías no hablaba de parte de Dios, sino que decía todo aquello contra él porque Sambalat y Tobías lo habían sobornado; le pagaban por asustarlo, para que así el siervo de Dios pecara. De ese modo podrían crearle mala fama al gobernador, y desprestigiarlo. Nehemías ora al Señor, diciendo: ¡Dios mío: recuerda lo que Sambalat y Tobías han hecho! ¡No te olvides tampoco de Noadías, la profetisa, ni de los otros profetas que quisieron asustarme!” Nh. 5:1-14. Más tarde Dios exaltaría a su siervo Nehemías, trayendo prosperidad a su vida y a la nación judía. Además, Dios se acordaría de los hechos perversos de los enemigos del pueblo escogido para castigarlos.

El período de Nehemías concluiría con la construcción del Templo de Jerusalén, llamado también el Templo de Zorobabel (por el príncipe judío de aquel entonces). La dedicación del edificio sagrado fue una ceremonia impresionante realizada en un clima de mucho gozo. Entre los sacrificios ofrecidos, estuvo el de doce machos cabríos, ofrecidos en representación de las doce tribus de Israel. Al parecer, para el pueblo judío este era el momento de la restauración de toda la nación. La celebración de la fiesta sagrada de la pascua, recordaba la liberación de Israel de los Egipcios. Ahora gozaba de un doble significado al ser liberados finalmente del yugo babilónico.

Gloria a Dios, por usar a Nehemías quien dijo “no al temor”. Seamos capaces también nosotros de tomar la misma determinación y no ceder ante las artimañas del diablo, y de aquellos que son usados para destruir la obra de los hijos de Dios. Cuando damos paso al temor, entonces la derrota comienza a ganar terreno en nuestras vidas y en nuestro entorno, pero los valientes se sobreponen y alcanzan todas las bendiciones que nuestro Salvador ha preparado para los que le creen. Jesús dijo que el Reino de los Cielos sufre violencia, y los valientes son los que lo arrebatan.

Investigando en la historia de las misiones del siglo XX, pude encontrar un formidable ejemplo de conquista y determinación. Encontré que de todas las organizaciones de radiodifusión misionera a nivel mundial, la mayor es la Radio “Transmundial”. Fundada el 1954 por Pablo Freed. En la actualidad dicha radioemisora, tiene una potencia global de más de 5.000.000 de vatios y puede alcanzar al ochenta por ciento de la población mundial. Sus transmisores emiten programas cristianos en más de 80 idiomas y dialectos distintos. El origen y desarrollo de esta poderosa herramienta para evangelizar, tiene su inicio en el corazón de Rafael y Pablo Freed. Padre e hijo, que trabajaron en equipo, enfrentando muchos obstáculos.

En 1951 Pablo, y su esposa Betty, viajaron a España con el fin de instalar una emisora. Pronto decidieron que Tánger, en el norte de África, a unos cuarenta kilómetros de España, sería el lugar ideal. Allí pudieron comprar, por una fracción de su valor, una escuela misionera abandonada que serviría para instalar la estación radial. Los Freed, regresaron a los Estados Unidos entusiasmados con su nueva empresa. Crearon una película, con el fin de mostrar la gran necesidad de evangelizar la península ibérica. Comenzaron una dura gira por las iglesias; viajaron unos 17.000 kilómetros por Estados Unidos y Canadá, para poner el fundamento a su ministerio.

Los Freed, comentaron diciendo: “Muchas veces nos sentimos tentados a darnos por vencidos. Era una lucha tan grande... casi más de lo que podíamos soportar. Cuando ya nos sentíamos algo seguros y fuertes, de pronto nos veíamos sepultados por una avalancha de críticas." La lucha contra el temor del fracaso, golpeaba a diario su puerta al igual como lo haría con cualquiera que se atreviera a conquistar un gran sueño.

A pesar de las críticas y del desánimo, Pablo siguió adelante con sus planes. En febrero de 1952 fundó la Radio Transmundial. Al año siguiente viajó a Tánger para edificar una estación radial. Carecía de apoyo económico, por lo que tuvo que vender su casa y su automóvil. En Tánger hizo arreglos con otra estación radial, para el arriendo de transmisores y antenas.

En enero de 1954, llega a Tánger, Rafael y Mildred Freed. Con un transmisor de 2.500 vatios, sobrante de la guerra. Rafael pronto tenía a la Radio Transmundial en el aire; lo peor es que la obra de apoyo en los Estados Unidos avanzaba muy lentamente. Pablo dijo en una ocasión: La presión llegó a ser tan fuerte, que mi padre me envió un cable diciendo: “Pablo, si esta semana no recibimos alguna ayuda real y alentadora, ya he decidido dejar el asunto de la radiodifusión y regresar a casa”. En el último minuto, Dios movió a un pastor amigo, quien envió la ayuda necesaria. Que maravilloso es el Señor que siempre nos sorprende con su provisión abundante, justo momentos antes que pensábamos morir.

Después de cinco años de radiodifusión, “La Voz de Tánger” se escuchaba por toda Europa, Africa del Norte, el Medio Oriente y detrás de la Cortina de Hierro. En octubre de 1960, la radio se trasladó a Mónaco, donde se transmitían programas en 24 idiomas. El éxito de la estación de radio, por la cual los Freed, habían trabajado tanto, se manifestaba en los centenares de cartas que llegaban cada mes. Los milagros económicos, la devoción y el talento de los colaboradores, fueron fundamentales en el desarrollo de tan magnífica labor. Muchas veces el temor congeló sus venas, más su valentía y fe pudo más. Que gran ejemplo de valor y esfuerzo nos entregan los Freed, nos dejan un legado de inspiración digno de imitar. Ellos también fueron capaces de desafiar el temor, y por supuesto salieron vencedores. “¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro” Ro. 8: 35- 39.

San Mateo, narra en el capítulo catorce, el episodio acontecido tras la alimentación de los cinco mil hombres. “Enseguida Jesús hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de él a la otra rivera, entre tanto que él despedía a la multitud” ver.22. Mientras los discípulos se adentraban en el majestuoso mar de Galilea, Jesús se retira para orar a solas. Las horas transcurrieron y el sol de la tarde se durmió entre las aguas. Siendo ya la cuarta vigilia de la noche, es decir, entre las tres y las seis de la madrugada, los discípulos ven una figura avanzando sobre las aguas. Sus corazones se llenaron de espanto y gritaron: ¡Un fantasma!. El temor hizo presa de ellos y comenzaron a temblar. El Maestro, quien caminaba sobre las olas, se aproximó a ellos, y con voz cálida les dice: “¡Tengan ánimo!, Soy yo, no teman” ver. 27.

Por un instante, el corazón de los discípulos se llenó de paz. Con la mente más tranquila vuelve a brotar la fe en su interior. Pedro, el impetuoso apóstol exclama al instante: “Señor, si eres tú, manda que vaya yo a ti sobre las aguas”. Las palabras del discípulo, tan impulsivas como su voluntad, fueron seguidas por la firme respuesta del Señor: ”Ven”.

Pedro desciende de la barca, y pone su pie sobre las inquietas aguas del Genesaret. Al ver que sus pasos eran firmes, a pesar de estar sobre las aguas, se dirige emocionado en dirección a Jesús. Podemos notar el hecho que al venir la paz a sus vidas, retornó la fe a su corazón. Cuando Pedro se proyecta en fe, puede caminar sobre las aguas sin impedimento. La fe produce victoria y control sobre lo que nos proponemos conquistar. Sin embargo, el temor, nos arrebata la bendición.

El rostro del intrépido apóstol, es golpeado por el frío aire de la madrugada. Las olas comenzaron a salpicar sus vestidos, y pensamientos de temor, iniciaron su incursión por la mente del discípulo. El fuerte viento, resonó en sus oídos como un rugido de león, el temor entraba en Pedro, y su fe se fugaba. Tanto más temía, tanto más dudaba. Como resultado se fue hundiendo en las turbulentas aguas. Siempre que damos espacio al miedo, la confianza será minada, y nuestra fe destruida.

Con los ojos agrandados por el miedo, Pedro estalla en un angustioso grito de socorro: “¡Señor, sálvame!”. Al momento el brazo firme y oportuno del Maestro se extiende para asegurar al infortunado pescador. _”Hombre de poca fe, ¿Por qué dudaste?”. Esta pregunta tal vez haya resonado varias veces en nuestros oídos. Dios no quiere que nos hundamos en el mar del temor, sino que confiemos en él con todas nuestras fuerzas. El salmista interpreta este sentir divino diciendo: ”Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento.” Sal. 23:4.

El apóstol Pablo, hombre ejemplar, que enfrentó en su ministerio grandes obstáculos y desafió la muerte cada día. Nunca se dejó amilanar por las adversidades. Pablo, fue un hombre muy capaz, que le dijo “no” al temor, y se fortaleció en el poder de la fuerza de aquel quien lo comisionó 2ª Co. 1:1. Evangelizar a los gentiles, no era una misión fácil, estaba llena de peligros, y se necesitaba de un hombre de carácter firme. El continente asiático, dominado por siglos por el paganismo y las fuerzas imperiales romanas, no estaba dispuesto a rendirse fácilmente a la evangelización. Este vasto territorio inalcanzado por la predicación, constituía un gran campo misionero.

El apóstol, comenta en su carta a los Corintios, diciendo: “...en trabajos, más abundante, en azotes, sin número; en cárceles, más; en peligros de muerte, muchas veces. De los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno. Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; Una noche y un día he sido náufrago en el mar; en caminos muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de lo de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; en trabajo y en fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y desnudez. Y además de otras cosas, lo que sobre mí se añade cada día: la preocupación por todas las iglesias” 2ª Co. 11:23-28.

Pablo, no estuvo dispuesto a dar pié atrás en la gran empresa de evangelizar a los gentiles. Después de largos años de esfuerzo y espíritu temerario, el mensaje misionero del apóstol, subyugó a toda la provincia romana de Asia Menor, a los pies de Cristo. Finalmente Pablo hizo resonar su voz profética en la capital mundial del imperio, es decir, en Roma, y nos dejó un gran legado en cada una de sus cartas.

Ahora la decisión en nuestra, tomar el camino del valor y de la fe, despreciando el temor y luchando contra las asechanzas del enemigo. Es maravilloso pensar que un día el príncipe de los pastores, Jesucristo, nos dará la corona de la vida si hemos luchado legítimamente hasta el final de nuestra carrera. Muchas veces nuestros ojos se nublan de lágrimas por la intensidad de la prueba, lidiamos contra nuestros propias limitaciones, contra las circunstancias adversas, contra la tentación y contra el maligno, pero si nos mantenemos firmes en la fe y en la vocación con que Dios nos ha llamado, seremos más que vencedores. Digámosle todos juntos “no al temor”, ¡Sí a Jesús!